lunes, 18 de julio de 2011

Aterrizo en Cusco con mis Kunan

Ciudad Imperial (Primera Parte)



Llegamos al Cusco por la tarde, pasadas las tres y antes de las cuatro.  Hacía mucho frío…estaba congelándome. Nuestro vuelo tuvo un retraso de varias horas. Llamé a mi madre para decirle que apagaría el celular porque no iba a contestar ninguna llamada de la oficina.
Al despegar empecé a soltar y confiar…el tiempo se acomodó finalmente…el vuelo 20142 me alejó de Lima y me trasladó en 50 minutos a ciudad del Cusco. Qué hermosas son las cabeceras de las casas cusqueñas pensé…a pesar de la niebla y el tono gris de aquel 2 de julio, mi corazón latió con una intensidad gloriosa.

-Hilda, mi tercer ojo me anuncia que algo va a pasar. -  le dije. Esa parte de la frente me latía mucho.

Ella sonrió y me miró con aquellos ojitos intensos que me gustan tanto. La presión en mi frente era muy intensa, quizá era mi intuición agorera sobre los cambios intensos de la vida que no me terminaban de abandonar. Moríamos de hambre, no habíamos desayunado. Nos sentamos juntas. Hilda pidió un té y yo un café a la azafata. A Sisy le tocó sentarse atrás; seguro ya estaba conversando con alguien, admiro siempre su increíble forma de sociabilizar con las personas.

Confieso que planeé este viaje para estar sola, investigar y curarme. Pero finalmente las tres estábamos en aquel vuelo, sacando nuestros equipajes, sorprendidas cómo el tiempo se pasó “volando”, bajando las escaleras, encontrando mi mochila gris, abrazando a mi hermano Cristian que esperaba impaciente nuestra llegada, tomando el taxi , entrando al hotel de la primera cuadra de la calle San Bernardo (el “Inti Pakarina”), saludando a quien sería nuestra amiga Maruja Carolina (la jovencita que atendía a los huéspedes del hospedaje), escogiendo habitaciones y escalando las escaleras (de las que puedo jurar, se convertían en casi pendientes por las madrugadas) de nuestro nuevo hogar.

Nunca voy terminar de agradecer a Hilda y Silva por la perfecta compañía de uno de los viajes más hermosos de mi vida. Por eso vuelvo pronto a esa ciudad de piedras y ángulos serpenteantes; la razón, me alegra el alma  y la explicaré en la marcha.

Debo confesar que ahora que estoy en Lima, tengo una fiebre deliciosa por el felino imaginado, el magnetismo de la serpiente que habita en las profundidades del “Ombligo del Mundo” y por el cóndor que atesora la lectura de los cielos y sus designios fantásticos. ¡Buenos días Qosqo! Esto recién comienza.


Continuará…


Por Patricia Reyes Ávila

No hay comentarios: